Cuántas veces, en el umbral del sueño,
mientras la noche envuelve en sombras la bahía
o las voces despueblan la ciudad y se alejan
la urgencia,
los afanes,
la servidumbre diaria,
imagino otras vidas...
Senderos imposibles en la arena del tiempo
donde acechar tu imagen
demorando el acíbar de la ausencia.
Territorios cordiales para ensayar el gozo y el olvido,
estancias donde aprendo el sobresalto
de tu piel detenida en los espejos,
tu cuerpo, sin edad y sin equipaje,
la embriaguez paulatina del deseo...
Transito por paisajes benignos
donde no aguarda el daño
o amenaza la náusea, sólo el hallazgo
de tu voz amable, sólo el prodigio
de la sed, espacios
para saciar los sueños, horizontes
para azuzar los ánimos,
mañanas que deshacen la bruma y la derrota
más allá del ocaso de la tarde,
más allá de estas noches en que habito otras vidas
mientras la ciudad duerme,
mientras descansa en sombras la bahía.